“DESESPERADO POR NADAR ME FUI A ENTRENAR AL MAR”, OLIVER ELLIOT

Estaba a 23 centésimas de clasificar para los Juegos Olímpicos de Tokio –  recalendarizados  para julio y agosto de 2021 – en la competencia de 50 metros libres. No obstante, Oliver Elliot, el mejor nadador chileno de la última década y que en junio pasado cumplió 33 años, se ha visto obligado a relegar sus expectativas y arreglárselas para mantener un precario entrenamiento producto de la pandemia del coronavirus.

Al igual que la mayoría de deportistas de alto rendimiento, el nadador conconino de 1,90 de altura, que acostumbraba nadar en la piscina olímpica del Instituto Nacional del Deporte (IND) en Valparaíso, se vio obligado a suspender sus sesiones desde mediados de marzo. Para no salir del agua incluso entrenó en una piscina de condominio de tan solo 8 metros.

“Tenía el sudamericano adulto, el 27 de marzo, clasificatorio a los Juegos, pero lo cancelaron por el coronavirus. Después, en abril me iba a un Grand Prix a Estados Unidos, California. Pero ahora con la pandemia es imposible”, señala el velocista que ha batido más de treinta récords nacionales en distintas modalidades de nado.

 

En más de una década Oliver Elliot ha competido en 8 mundiales, 3 juegos panamericanos y 2 juegos olímpicos

 

Y ya se cumplen cinco meses fuera del agua, o sin poder entrenar en una piscina de 50 metros con su coach. Obviamente, la curva de rendimiento se ha perdido – reconoce -. Así  y todo, la cabeza juega un papel determinante para mantener la disciplina y ceñirse a las sesiones preparadas por su entrenador.

Ejercitando en casa con máquinas, mancuernas, pelota medicinal, entre otros implementos, Oli o el Negro – como le llaman sus cercanos –  confiesa que entre mayo y junio sintió tanta desesperación por volver al agua que aprovechó la costa de Concón para ir a nadar al mar, a pesar del frío.

Antes de que la pandemia llegara a Chile estabas entrenando a full para Tokio.

“Estaba a 22 centésimas de clasificar. Mi mejor tiempo es de 22”90 y me piden 22”68. Antes de que haya empezado la pandemia estaba por superar esa marca”.

¿Qué significa para un velocista disminuir esas centésimas de segundo?

“Para hacernos una idea, la prueba de nado en 50 metros libres, es como los 100 metros planos en atletismo. Se requiere un trabajo duro para disminuir esas centésimas de segundo, y como son pruebas cortas se necesita hacer una prueba perfecta, estar a tu nivel máximo”.

No aguantaste y fuiste al mar ¿cómo estuvo ese entrenamiento en aguas abiertas?

“Yo no soy nadador de aguas abiertas, de nadar fondo ni nada, pero era tanta la desesperación por meterme al agua que hablé con un triatleta amigo. Me parecía haberlo visto nadando en el mar pero eran otras personas. Así que le pregunté si se animaba y nos fuimos a nadar”.

Fue un largo trecho entre el Club de Yates Higuerillas y Playa Amarilla.

“El trayecto era de playa Las conchitas, entre el Club de Yates y Los Lilenes hasta Playa Amarilla. Ida y vuelta cerca de 4 mil metros. Y para mí lo más seguido en época de entrenamiento son 400 metros, soltura al principio y al final. En general mis trabajos de preparación son de 100 metros para abajo con mucho pique y velocidad”.

 

Desesperado por volver al agua, el mejor nadador chileno del último tiempo aprovechó la Costa conconina para ir a entrenar en el mar.

 

¿Qué tal la experiencia?

“Muy distinta. Imagínate que toda mi vida he entrenado en piscina temperada, demarcada, donde ves el fondo con claridad. En cambio acá estábamos en aguas abiertas, sin saber qué podía aparecer del fondo…le tenía terror al mar”.

Creo que John Riaño apoyó tu iniciativa…

“El coach estaba fascinado, más feliz que yo. Me dijo que aprovechara y que hiciera lo que más pudiera. Aunque igual estaba sorprendido porque me conoce y sabe que soy muy friolento, así que mientas pude seguí nadando. Ya para julio se hizo imposible, muy helado”.

CONTRA LA CORRIENTE

Desde su primer campeonato internacional invitado por la selección chilena, con solo 13 años, en Perú “Copa Pacífico”, Oliver Eduardo Elliot Bañados ha contado con apoyo incondicional de su familia y cercanos, sin quienes hubiese sido imposible prolongar una trayectoria durante 20 años.

Y a pesar de lograr mantenerse dentro de los Top 50 a nivel mundial en la última década, hubo momentos más oscuros. En 2008 sufrió un micro-desgarro entrenando que lo mantuvo cuatro meses sin poder entrenar.   

Retomando las actividades, el 2010 no fue menos complejo, momento en que se hacía inviable seguir solventando los altos costos que implica una rutina de entrenamiento de alto nivel, donde se deben generar circuitos de competencia para no perder el ritmo internacional.

Para esa fecha y de  manera casi providencial apareció McDonald´s, auspiciador principal de Oliver desde el año 2011. En el último tiempo se sumó Speedo y la marca de suplementos Iso-Win, además de un subsidio anual del municipio de Concón.  Por su parte, el Comité Olímpico asume gastos para los juegos olímpicos, Odesur y panamericanos.

 

Mejor ranking: puesto 35 en los  50 metros libres en Mundial de España 2013. En Mundial de Shangai 2011 logró el puesto 21 en 50 metros espalda

 

El Gobierno anunció un plan progresivo de entrenamiento para deportistas de alto rendimiento, ¿estás dentro de ese programa?

“Podría, ya que estaba considerado para ir a Tokio. Sin embargo, este programa solo permite entrenar en el Estadio Nacional y yo entreno en Valparaíso. No me gustaría tener que instalarme en Santiago en medio de esta pandemia”.

Te tocó cumplir 33 sin llegar a tu mejor rendimiento, ¿cuáles son tus proyecciones?  “Por lo pronto volver a entrenar como antes para clasificar a Tokio, que se estaría realizando el 2021. Y al mediano plazo competir en los Juegos Panamericanos 2023 en Chile. Recién desde allí me planteo el futuro de un posible retiro o aguantar un poco más.

¿Cómo ha respondido tu cuerpo si lo comparas al Oliver de 25 años?

“A veces todavía me siento de 25. Eso sí a veces me siento un poco más cansado, o me cuesta más recuperarme, pero sigo obteniendo buenos resultados. Pero seguiré entrenando y compitiendo aunque tenga que esforzarme el doble, y para eso está la buena alimentación, masajes, suplementos, yoga incluso y meditación en períodos de competencia. Además, después de los treinta años uno está más maduro de cabeza”.

Dejando la competencia, ¿cómo ves tu futuro? “Me gustaría abrir una academia de natación que lleve mi nombre. Ideal en Concón si es que la comuna cuenta con algún proyecto de piscina olímpica”.

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